Tiempos tenebrosos, llenos de mentira e hipocresía.
Política de humo y economía de papel mojado.
Manipulación y corrupción en un mundo de miserias.
Frases como estas podrían llenar las paredes de ciudades, las conversaciones insulsas en las que los temas más estúpidos roban la materia gris de las mentes, que se dejan llevar por los que mueven los hilos para su propio interés y beneficio. Un mundo donde todo es pestilente y que sólo muestra signos de decadencia, pocas alternativas quedan o quizás... ninguna.
La solución reside en tirar de la anilla y reventar con todo. Un modelo socioeconómico que se tambalea sin rumbo, personas que no se paran a pensar más allá de sus problemas más cercanos y millones de errantes que en un mundo de incertidumbre no sabe que sino le espera. Estallar algo caduco, marchito, que no sirve más que para contagiar lo poco o casi nada que todavía permanece a flote y trata de no sucumbir en las oscuras aguas de la ciénaga donde habitamos.
Porque ha llegado el momento y la hora de despertar a los que se dejaron mecer por la mano todopoderosa de unos intereses más bien oscuros y perversos. Para que este sea el punto y aparte de una civilización que todavía puede, si quiere, cambiar el rumbo de la historia y redactar nuevas frases llenas de vida, alegría, esperanza y optimismo. En un mundo donde todos somos iguales y distintos, tolerantes pero exigentes, porque nuestros derechos acaban donde empiezan los de los demás. Y los deberes, ese gran olvidado, están para hacerse y lograr así las metas que la gran mayoría deseamos, por mucho que les pueda doler a aquellos que han exprimido el planeta, las personas y todos los recursos.
Hora de pensar que cuando todo está perdido, una hoja en blanco espera para ser redactada. Entre todos podemos, debemos y si queremos, construiremos un mudo mejor. Porque juntos es posible.
Tiempo de cambios en un mundo revuelto.
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