Párate a pensar…
Si la vida que llevas es la que quieres o la que otros te imponen.
Si vives a expensas de lo que los demás esperan que seas y cómo te comportes.
Si tu estilo de vida es sano o mina tu salud.
Si abusas de la resistencia de tu cuerpo y ciertamente le maltratas.
Si ejercitas tu concentración y tu memoria o dejas que se vaya perdiendo.
Si procuras irte poniendo al día o quedando obsoleto.
Si gastas más de lo que ganas o tiendes a ahorrar algo.
Si estás relacionado o huyes de las personas porque temes a la gente o te molesta.
Si cuidas de la familia, amigos y clientes o eres rudo con ellos.
Si prometes y no cumples después, poniendo mil excusas.
Si cumples bien el oficio de padre o madre o piensas que con serlo en el registro está todo resuelto.
Si pagas lo que debes, en vez de hacerte el sueco y que el otro se arregle como pueda.
Si cuidas de tu cuerpo haciendo ejercicio regular o llevas una vida sedentaria.
Si tomas la medicación que te recetan, de forma regular, o se te olvida.
Si haces lo necesario para que tu autoestima esté elevada.
Si das buen ejemplo a quienes debes darlo o proyectas mala imagen.
Si dices si a todo el que te pide, demanda o exige o a veces te resistes.
Si te dejas llevar del ritmo y de las circunstancias y vas como la gente a donde va Vicente.
Para pararse a pensar solo hace falta poco tiempo y no todos los días. Sólo de vez en cuando para poder hacer los cambios necesarios y corregir el rumbo donde esté desviado. Aunque pensar se puede hacer en movimiento es más fácil cuando hacemos un alto en el camino. Pararse es apearse del ajetreo diario tan sólo unos momentos, sin dejarse engullir por el bullicio. ¿O tienes miedo de ti mismo si te paras y encuentras algo raro que no está funcionando?
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